Ayer sábado tarde, el FC Barcelona jugaba su encuentro liguero con mi equipo, el Hèrcules d’Alacant, en el estadio Rico Pérez de mi ciudad. Como herculano y barcelonista tenía el corazón dividido, la victoria de cualquiera de ellos me agradaría, así como el empate. Pero ganó el Barcelona, y es que ante la evidencia de ser el mejor equipo de fútbol del mundo, y con mucha diferencia, nada se podía hacer. El Hèrcules que, curiosamente es el único equipo que le ha ganado al Barça en esta liga, y que además lo hizo en el campo barcelonista en el segundo encuentro liguero, supo mantenerlo a raya durante mucho tiempo, y lo que es mejor y destacable, incluso pudo ponerse delante en el marcador, pero…; sí, pero… el Barça es mucho Barça, y en las postrimerías de la primera parte, un excelente gol de Pedro ponía al Barcelona por delante en el encuentro.
En la segunda parte, dos golazos de Messi, muy de su estilo, dejaron el partido sin color, o mejor dicho, de un color azulgrana incontestable. Afortunadamente, mi Hèrcules, que después de 14 años sin jugar en 1ª División ha vuelto a la primera categoría este año, está situado en la zona tranquila de la clasificación, por lo que, de momento, no peligra bajar de categoría. Espero que no baje.
Y ahora vayamos a comentar sobre la lucha por conseguir el título liguero entre el FC Barcelona y el Real Madrid, los dos aspirantes con más posibilidades. Y es que mientras el Barça ganaba holgadamente en Alacant, el Madrid recibía una severa derrota por parte de Osasuna esta misma tarde del domingo, con lo cual el Barcelona ya supera al equipo blanco por 7 puntos, que son muchos puntos y que, visto lo que se ve, de aquí a final de liga podrían ser muchos más.
El Osasuna de Pamplona, un equipo de la parte baja de la tabla clasificatoria, ha dejado bien a las claras las miserias de un equipo hecho a la medida de Mourinho, un entrenador “resultadista”, que no busca la excelencia del juego, que no confía ni es capaz de subir al primer equipo a un jugador de la cantera, que sólo quiere estrellas mundiales contrastadas para tener el camino trillado hacia el éxito. Sólo busca ganar, sea como sea, y no es capaz de crear un grupo homogéneo, sino que quiere jugadores en la parte delantera capaces de meter un gol y jugadores detrás capaces para evitar recibirlos. Renuncia al centro del campo, que es, según el juego que practica Pep Guardiola, el entrenador del FC Barcelona, el lugar desde donde se fraguan todas las bellísimas jugadas y desde donde se va directo al triunfo pasando por un control excelente del balón y de las situaciones del contrario, un control del juego que, en definitiva, es el que enamora a medio mundo.
El Real Madrid, se está convirtiendo en el Ir-real Madrid, porque con este entrenador, y la colección de jugadores mercenarios de que se ha rodeado, jugadores que solamente piensan en el lucimiento personal y en ganar sumas de dinero astronómicas, están dejando al Madrid por los suelos. Salen a tangana semanal; campo que pisan bronca que crean con los jugadores contrarios, y hoy por hoy el Madrid, años antes con fama de club señor, se ha convertido en el equipo más odiado y el que crea más antipatía en toda España.
En el vestuario madridista no hay unión; están divididos en grupitos que no se llevan bien unos con otros; el portero Casillas no se habla desde hace tiempo con Cristiano Ronaldo, éste ni con Casillas ni con medio equipo a excepción de sus paisanos los portugueses, Mourihno está a matar con Valdano, el Director General de la institución madridista, y el Presidente, señor Florentino Pérez, ve como cada semana el comportamiento de su entrenador, con la prensa, con los entrenadores contrarios, con todo el mundo, riñe y batalla con su verbo despótico, chulo, prepotente e insultador.
Mientras tanto, el Barça encandila. Su juego es comparable a la mejor orquesta sinfónica del mundo orquestada por el mejor director, mientras el Ir-real Madrid, tiene buenos músicos, eso es innegable, le falta el arpa, el piano y la viola, y le sobran trombones, tambores y platillos estridentes, y lo que es peor, lo dirige un director inepto que no sabe conjugarlos; en definitiva, que suena peor que una banda de músicos pueblerina, suena a un tachín, tachán, tachón, que ensordece y molesta.
