Como muchos de ustedes quizás sepan, soy un amante de la cocina, y quizás lo sea, esencialmente, porque me gusta comer, y comer sobre todo bien y sano. Pues bien, recientemente he visionado una película con el título de este comentario que me resultó deliciosa, como la mejor comida en el mejor restaurante del mundo. Se trata de un film del director griego Tassos Boulmetis, que nos narra la historia de un joven griego (Fanis) criado en Estambul, y bajo la visión de los platos tradicionales de la exquisita cocina turca y sus múltiples especias. Boulmetis nos ofrece un plato exquisito al paladar y agradable a la vista.
Concebida la película como un cuento de tradición oral con ciertos tintes de realismo mágico, nos traslada a un viaje de recuerdos de un astrónomo, el tal Fanis, que recorre desde las estrellas del hoy hasta la cocina de su niñez junto a su abuelo, para descubrir esas cosas semi ocultas que condimentan los platos y que los hacen más sabrosos ante los contratiempos que la vida suele ofrecernos. De esta manera, determinadas especias, como el amor, vendrán a aportar el dulce sabor de la esperanza en una vida más armoniosa y pacífica, sin marginaciones ni deportaciones.
Fanis, un astrónomo de prestigio, que juega con la palabra de su oficio añadiéndole una “g” para convertirla en gastrónomo, se prepara ante la llegada de su abuelo Vassilis a la capital ateniense, intentando ofrecerle esos platos que él le enseñaba cocinar. Esa separación física dura más de treinta años, desde que la familia (parte turca, parta griega) se ve obligada ante una deportación política que divide a la familia. Mientras espera la llegada del abuelo, Fanis rememora los consejos recibidos de éste referente a los guisos y la propia vida; su primer amor con la niña Saime; la deportación hacia Grecia de la comunidad griega de Estambul, los intentos de sus padres y de la gente “de uniforme” por encauzarle en la vida hacia un sentido que él no quiere… No obstante, la enfermedad impedirá, por enésima vez, que el abuelo Vassilis abandone Turquía, de tal manera que sea Fanis quien se decida a salir a un necesitado reencuentro con el pasado y con la gente que más ha querido.
En la puesta en escena de esta deliciosa no puede faltar la fantasía mágica, desde hacer que un paraguas rojo vuele por los cielos, hasta saborear un plato que se está preparando con fotogramas, oler una postal de la Acrópolis espolvoreada con azafrán o hacernos recorrer las exóticas calles de Estambul o sus mercados. Todo un mundo de maravillosa ensoñación para los ojos del espectador que sonreirá con los apuntes cómicos de la original familia de Fanis y que llegará a conmoverse con las despedidas o los bailes de esa niña preciosa turca para quien mientras ella danza, el niño griego enamorado cocina.
El guión, elaborado de manera exquisita, intenta unir cabos del ayer y del hoy, y cerrar arcos temporales y sentimentales como si de órbitas planetarias se tratase. Adquiere la estructura de un menú a base de entrantes, primeros y segundos platos, para terminar con los postres; éstos condimentados con un toque de canela que dé dulzura, aquellos con un poco de pimienta o sal que aporte el necesario vigor. Abunda, bajo este concepto, un sentido metafórico de los colores, objetos o profesiones, siempre vigorizando el mismo mensaje y los aspectos más sensoriales que logran una película atrayente y muy humana. Su excelente fotografía, toda llena de tamizada luz, especialmente cuando nos muestra el viejo desván propio de un cuento de las mil y una noches, sabe captar, y hasta transmitir al espectador, los olores y el frescor de cada plato, o bien le invita a soñar para evadirse de los problemas políticos y sociales.
“Un toque de canela” es, en resumen, una lección sobre la vida, sobre el amor y la política a través de la comida y de la memoria de un niño que se hizo hombre sin poder llevarse a la boca los alimentos que más le gustaban, pero que supo apreciar, gracias a las enseñanzas de su abuelo, el valor de la amistad, del sacrificio y de la lealtad. Y todo ello bien condimentado, con un toque de humor amable, sencillo, nada estridente, para tratar situaciones adultas y dramáticas como los destierros políticos o los desengaños amorosos de sus protagonistas. Es una película llena de sensibilidad, la cual ha sido comparada por muchos espectadores con otro bello film: "Cinema Paradiso", por sus aires nostálgicos y por ser el aprendizaje de un niño por parte de un mayor lleno de cariño y sabiduría.
La recomiendo a todos ustedes.
Garroferal
-- Edited by GARROFERAL on Friday 21st of January 2011 02:32:46 PM