La literatura del gran escritor y periodista castellano Miguel Delibes, sirvió en todo momento para narrar la triste suerte de los castellanos que la dictadura franquista no le permitió y censuró relatar el “El Norte de Castilla”, periódico vallisoletano del que era Director.
En su trayectoria como tal Director, ideó unos suplementos al rotativo siempre defendiendo los intereses castellanos. Estos suplementos eran la voz de un pueblo que deseaba ardientemente salir de su pobreza. Sostuvo Delibes varias confrontaciones de todo tipo con los diversos Ministros de Información, y recuerdo la férrea censura que entonces había bajo la dictadura franquista. Férrea censura como ocurre con todas las dictaduras, sean del color que sea (observen la vergonzosa censura de los Hermanos Castro al respecto). Y Delibes tuvo que claudicar; abandonó el periodismo y se refugió en la literatura. ¡Qué suerte para la Humanidad!
Miguel Delibes ya había alcanzado un sonoro triunfo al conseguir el prestigioso premio Nadal de novela en 1948, y así se adentró en los grandes problemas de sus gentes vadeando de esta forma la voraz tijera censora. Sus obras “Las ratas” o “Viejas historias de Castilla la Vieja” así no lo demuestran. El franquismo vio estupefacto cómo Delibes pudo denunciar en sus escritos novelísticos aquello que como Director de un diario de provincias no se le permitía, dándole a su denuncia carácter universal.
Ha tenido Delibes la delicadeza y el acierto de reverdecer viejas palabras castellanas que estaban en desuso y en peligro de desaparecer. Ahora, al leer sus libros, las tendremos presentes y allí quedarán presas entre sus hojas para todo aquél que quiera recuperarlas en su hablar diario.
Delibes ha sido un hombre honesto y, como escritor, más honesto si cabe aún a la literatura española. Hoy, a los amantes del libro que contenga entre sus páginas una excelente literatura y un lenguaje fluido y bello, se nos ha muerto un poco el alma.
Descanse en paz don Miguel Delibes, un castellano que ha sabido retratar fielmente la Castilla rural y mísera, un escritor verdaderamente auténtico, nacido en una época cada vez más lejana en donde los escritores era más auténticos.
Recordaré aquí parte de su obra: “Cinco horas con Mario”, “Los santos inocentes”, “El camino”, “La sombra del ciprés es alargada”, “El hereje”, “La tierra herida” y tantas otras.
