Os presento, amigos, un excelente postre para los golosos del Foro que estén dispuestos a dedicar una media hora a la cocina. Es fácil de hacer y los ingredientes necesarios creo los encontrarán sin dificultad.
Veamos:
1 litro de leche 8 huevos frescos 200 grs. de azúcar blanca 50 gramos de almidón comestible 1 rama de vainilla La corteza de un limón.
Forma de prepararlo:
Se han de separar las claras de las yemas, y serán éstas las que utilizaremos en este postre. En un cuenco, pondremos las yemas juntamente con el azúcar y las batiremos enérgicamente hasta obtener una crema espumosa.
Diluiremos el almidón con un poco de la leche, preferentemente que estando fría para que se diluya mejor. Después lo colamos bien y lo vertemos en un cazo juntamente con el resto de la leche, la corteza de limón y la rama de vainilla.
Añadimos la preparación anterior de las yemas y el azúcar, y todo lo removemos hasta que los ingredientes mezclen bien.
El resultado lo ponemos a fuego lento y lo vamos moviendo, preferentemente con un cucharón de madera, con el fin de que no se formen grumos, pero procurando que no llegue a hervir. Esto es importante.
Cuando todo ello espese, lo retiramos del fuego, y lo vertiremos en cazuelitas individuales, preferentemente de barro. Lo dejamos enfriar y lo introducimos en el frigorífico. Ojo, no en el congelador.
Antes de servir, cada cazuelita la espolvoreamos con abundante azúcar, y una vez espolvoreadas debemos quemarla con un hierro caliente, o algún artilugio especial para ello. El fin es formar con esa azúcar una capa fina de caramelo. Lo servimos de inmediato, de tal manera que el comensal encuentre el contraste del caramelo caliente y el frío de la crema.
Es muy sencillo de hacer como pueden ver y el resultado espectacular. Si no se dispone del utensilio apropiado para quemar el azúcar, inténtelo con una plancha o algo por el estilo. Si tuvieran por casualidad en casa, una de aquellas planchas de “la abuela” que se llenaban de carbón encendido, puede ser una buena solución; en todo caso invéntense alguna otra. Existen también unos soplillos para quemar. En fin, lo dejo a su inventiva.