El vino más caro del mundo en condiciones de ser bebido ya no es el mítico Petrus, vendido recientemente en más de 2.200 euros la botella. Es catalán, con denominación de origen de Terra Alta (en el norte de Tarragona) y un auténtico artículo de lujo para quienes estén dispuestos a pagar 6.000 euros la botella. Lo comercializa la Empresa vitivinícola Vijoyi y solamente doscientas personas tendrán acceso al que se ha convertido en el vino más caro del mundo de los que en la actualidad se pueden beber, pues 200 botellas son las que han sido embotelladas.
No entran en este ranking de precios todos aquellos vinos que han conseguido batir récord en Casas de Subastas, algunos de los cuales hace más de dos siglos que fueron embotellados. En este caso, pagar por una botella de vino cantidades astronómicas que, de seguro jamás abrirán la botella ni probarán su interior, es síntoma de ostentación de lujo y poderío. Puedo recordarles los más de 110.000 euros por hacerse con una botella de Château Lafitte de 1787, o los 100.000 euros pagados por un Château d´Yquem como así ha ocurrido. ¡Una locura!
Del llamado el vino más caro del mundo, que hace unas semanas acaba de ponerse a la venta de la mano de Vijoxi, ya se han comercializado tres botellas. Una la ha adquirido un particular chileno y otras dos han ido a para a California; de éstas una se ha vendido en San Diego al propietario de un restaurante y otra en Los Ángeles a un particular.
Según José Sancho, responsable de la empresa tarraconense Vijoxi que comercializa este caldo de lujo, el objetivo trazado es mantener el precio del vino siempre como el más caro del mundo, para ello siempre estará su precio por encima de cualquier otro de los que se puedan beber. La empresa que lo comercializa tiene los dominios en lengua española e inglesa y ahora está negociando para el alemán.
El vino que comercializa Vijoix como el vino más caro del mundo, procede de la bodega Bàrbara Forés, con la Denominación de Origen de Terra Alta, y fue embotellado el día 22 de mayo de 2004, justamente en el momento en el que los Príncipes de Asturias se desposaban, con lo cual pretenden darle un toque más de originalidad y glamour.
Las uvas de la cuales está compuesto este vino: garnacha, cariñena y cabernet sauvignon, reciben un mimo exquisito; son desgranadas a mano y proceden de racimos seleccionados de entre 100 y 200 gramos; depositados en barricas nuevas de roble francés y trituradas manualmente con un bastón de madera. Son fermentadas posteriormente en barricas de 225 litros nuevas, abiertas, y por separado cada variedad, la mezcla se hace a posteriori.
El mercado, como siempre soberano, dirá si efectivamente hay hueco para este vino pensado para sibaritas adinerados capaces de pagar 6.000 euros por una botella de vino. Conmigo que no cuenten, igual le pasa a este vino como al famoso Champagne Dom Perignon, que al tener la etiqueta de ser el más cotizado es deseado por gentes que hacen ostentación de sus riquezas al no poder hacer ostentación de unos entendimientos que no poseen, pues champagnes franceses, o cavas catalanes, los hay a un precio infinitamente menor que Dom Perignon, pero cuya calidad, bouquet y exquisito acabado están muy por encima del afamado champagne galo.
Cosas de la vida y de los nuevos ricos. ¡Qué pena!, a veces el billete verde hace más tontos a los tontos (cosa que a veces parece imposible de lograr)
