Hoy mismo he colocado un pequeño comentario acompañado de varios refranes en una página llamada “La Comarca”, que gobierna un excelente forero que aquí conocí, virtualmente se entiende, y que hace días me invitó visitar y colaborar. Se trata de Sniper, a quien todos ustedes deben conocer.
Ahora no recuerdo si este refrán que da titulo a mi comentario de hoy estaba incluido en esa lista, pero estuviera o no, la verdad es que encierra, como la mayoría de ellos, una gran sentencia. Los hombres —hombres y mujeres, por supuesto— debemos mostrar gratitud a las personas que nos guardan atenciones.
Esto viene a colación porque hace tiempo colaboraba con mis comentarios en una página de salvadoreños llamada LibreOpinion, la cual, y muy a mi pesar, abandoné con el propósito de no entrar más en ella como colaborador, por circunstancias que ustedes me perdonarán no explique, y que, para no llevarles a error, en nada tenía que ver su Director, el también conocido de ustedes señor Bill, a quien abusando de este lugar ya me dirigí a él en otra ocasión.
Hoy me veo en la agradable necesidad de mostrar a Bill mi gratitud. He pensado entrar en su página LibreOpinion para hacerle patente mi agradecimiento, pero me he vuelto atrás para que determinado individuo asiduo en ella, no se tomara mi vuelta como motivo de burlas iguales a las que, cuando dejé de colaborar, realizó a mis espaldas haciéndome objeto de ellas.
El señor Bill, en cierta ocasión me ofreció la oportunidad de entrar en otra página suya —ésta llamada “Codicis.net”— para que comentara algunos de los libros que suelo leer. Le dije que no me creía capacitado para una labor de comentarista o crítico literario, sin embargo la idea, después de pensármela, me gustó, y he querido atreverme a ello, de manera que he entrado en Codicis.net algunas veces para leer lo que en ella se comenta; y también para ver la posibilidad de enviarle algún que otro comentario. No sé cómo hacerlo, ya que no encuentro el medio adecuado.
De todas formas no es de esto de lo que quiero hablar, sino de darle a Bill mis más efusivas gracias, porque en un comentario que él hace sobre el libro “El hombre bicentenario” de Isaac Asimov, tiene la gentileza de nombrarme y resaltar una idea que expuse acerca de que siempre considero mejor leer un libro que ver esa misma obra si es llevada al cine o televisión. No hay en este gesto mío vanidad alguna, sentimiento del que carezco, sino una gratitud sincera por acordarse de mí después de haber abandonado su Casa, lugar donde siempre fui bien acogido por la inmensa mayoría de sus moradores.
Gracias señor Bill si viene por este lugar. Pero si no viene, y alguien tiene contacto con él y quiere indicarle mi gratitud, puede hacerlo.